Hola a todos!
En el Museu d´Història de Barcelona, en la antigua fábrica Fabra i Coats, se ha estrenado una exposición, que os recomiendo encarecidamente, titulada "El ingenio de la postguerra. Microcoches de Barcelona". Se hace un repaso por los duros años de postguerra civil y cómo se adaptó la industria automovilística de Barcelona a tan duras condiciones: Ante la falta de recursos, había que afilar el ingenio.
Nada más entrar se puede apreciar un precioso Hispano Suiza, que nos habla del esplendor anterior a la guerra:
Desgraciadamente, la guerra iba a cambiarlo todo. Rápidamente se nos habla de la carestía general que sobrevino, y cómo, ante la falta de gasolina, se echó mano de otros combustibles más baratos. Por ello, muchos coches adaptaron aparatos de gasógeno para poder circular, una opción que obtendría relativo éxito, pero que se prolongaría en el tiempo. Aquí podemos ver un grupo de gasógeno como los que se usaban en la época:
Los intentos de volver a una industria automovilística como la anterior a la guerra muchas veces quedaron en eso, en meros intentos. En otras ocasiones, como en el caso de Eusebio Cortés, la voluntad de salir adelante se impuso, y la marca Eucort fue tal vez la más potente en aquellos primeros años tras la contienda. Desgraciadamente no obtuvo el favor del INI, y tras varios años de lucha y de constante evolución, Eucort se vio forzada a cerrar sus puertas. Aquí podemos disfrutar de un espléndidamente conservado Eucort berlina:
Llegó entonces el reinado de las motocicletas, que poblaron nuestras calles en gran número y se convirtieron en el medio de transporte habitual de aquellos años, con todas sus ventajas y también sus inconvenientes. Uno de los motores más populares de motocicletas fue el Hispano Villiers, de origen francés y dos tiempos, que fue adoptado por gran cantidad de microcoches:
Porque, ante la escasez de recursos, proliferó la fabricación de pequeños microcoches, única producción automovilística nacional a la que se podía tener acceso en los albores de la década de los 50, cuando los lujosos coches de importación, gravados por onerosos impuestos y restringidos en severos cupos, estaban fuera del alcance de la gran mayoría de la población. La Ciudad Condal vio nacer un gran número de marcas dedicadas a la fabricación, mayoritariamente artesanal, de estos pequeños y simpáticos automóviles.
Muchos partían de los motocarros, y como ellos, presentaban una típica estructura de triciclo. Podemos encontrar desde prototipos que no llegaron a la fabricación efectiva, como el MT Maquitrans, de "Maquinarias y Elementos de Transporte S.A."
A otros que sí alcanzaron una difusión más que digna, como el David
Pasando por otros que casi no parecían triciclos, como el más "elegante" Junior:
Aunque también los hubo con mayores pretensiones, y adaptaron una cuarta rueda para asimilarse a la idea tradicional de lo que debía ser un auténtico coche. Kapi fue uno de los fabricantes que mayor variedad ofreció por aquellos años, como puede verse en estos Chiqui, que pese a parecer un triciclo no lo es (tiene dos ruedas muy juntas en el eje trasero, como el Isetta), y Jip, inspirado clarísimamente en el Jeep, del que parece una copia a escala:
No sólo se diseñaron microcoches para cumplir una función lúdica o familiar, sino que también se proyectaron varios de ellos para cubrir un importante nicho de mercado, el de los pequeños comerciantes y transportistas. Así, e inspiradas directamente en los coetáneos motocarros, llegaron una serie de pequeñas furgonetas, de mecánica sencilla y fácil mantenimiento, y una superfície de carga más que destacable. Algunas tenían tres ruedas, como la Delfín:
o la Mymsa Rana:
Y otras ya eran auténticas furgonetas de cuatro ruedas, como la preciosa Furgoneta Hispano:
También encontramos representación de la marca que más lejos llegó en la producción de microcoches, Autonacional. Su producto estrella fue un icono de aquella época, el inolvidable Biscuter Zapatilla. Podemos ver un primigenio 100:
También un mejorado 200 A:
Una furgoneta 200 I, con su típica caja de madera:
O el delicioso coupé 200 F, popularmente conocido como "Pegasín", por su notable parecido con nuestros Pegaso Z-207:
Como sabéis, la llegada del Seat 600, con todo el apoyo del INI y unas técnicas de producción masivas, y que ya era un auténtico coche, supondría el final para estos simpáticos cacharros, auténticos ejemplos del valor y el entusiasmo de algunos emprendedores que supieron encarar las limitaciones de la autarquía imperante.
En resumen, una exposición deliciosa e imprescindible para todos los amantes de la historia automovilística de este país, con vehículos de la colección privada de Claudi Roca. A destacar el pequeño documental que se proyecta en la sala, con varios vídeos que permiten ver en funcionamiento a estos chiquitines en el tráfico de la época, y con numerosas fotos que provienen del inagotable fondo de nuestro querido Miguel Pascual.
Y en tiempos de crisis, una info muy importante: Esta exposición es gratuita los fines de semana. Yo os recomendaría que, ya que os ahorrais el precio de la entrada, compréis el pequeño librito sobre la expo, que contiene mucha de la información que se encuentra expuesta, así como numerosas fotos, carteles y publicidad de la época. Es sólo 1,5€.
Ay, lo que daría yo por tener estas preciosidades representadas al 1/43!!!!
Saludos!!
En el Museu d´Història de Barcelona, en la antigua fábrica Fabra i Coats, se ha estrenado una exposición, que os recomiendo encarecidamente, titulada "El ingenio de la postguerra. Microcoches de Barcelona". Se hace un repaso por los duros años de postguerra civil y cómo se adaptó la industria automovilística de Barcelona a tan duras condiciones: Ante la falta de recursos, había que afilar el ingenio.
Nada más entrar se puede apreciar un precioso Hispano Suiza, que nos habla del esplendor anterior a la guerra:
Desgraciadamente, la guerra iba a cambiarlo todo. Rápidamente se nos habla de la carestía general que sobrevino, y cómo, ante la falta de gasolina, se echó mano de otros combustibles más baratos. Por ello, muchos coches adaptaron aparatos de gasógeno para poder circular, una opción que obtendría relativo éxito, pero que se prolongaría en el tiempo. Aquí podemos ver un grupo de gasógeno como los que se usaban en la época:
Los intentos de volver a una industria automovilística como la anterior a la guerra muchas veces quedaron en eso, en meros intentos. En otras ocasiones, como en el caso de Eusebio Cortés, la voluntad de salir adelante se impuso, y la marca Eucort fue tal vez la más potente en aquellos primeros años tras la contienda. Desgraciadamente no obtuvo el favor del INI, y tras varios años de lucha y de constante evolución, Eucort se vio forzada a cerrar sus puertas. Aquí podemos disfrutar de un espléndidamente conservado Eucort berlina:
Llegó entonces el reinado de las motocicletas, que poblaron nuestras calles en gran número y se convirtieron en el medio de transporte habitual de aquellos años, con todas sus ventajas y también sus inconvenientes. Uno de los motores más populares de motocicletas fue el Hispano Villiers, de origen francés y dos tiempos, que fue adoptado por gran cantidad de microcoches:
Porque, ante la escasez de recursos, proliferó la fabricación de pequeños microcoches, única producción automovilística nacional a la que se podía tener acceso en los albores de la década de los 50, cuando los lujosos coches de importación, gravados por onerosos impuestos y restringidos en severos cupos, estaban fuera del alcance de la gran mayoría de la población. La Ciudad Condal vio nacer un gran número de marcas dedicadas a la fabricación, mayoritariamente artesanal, de estos pequeños y simpáticos automóviles.
Muchos partían de los motocarros, y como ellos, presentaban una típica estructura de triciclo. Podemos encontrar desde prototipos que no llegaron a la fabricación efectiva, como el MT Maquitrans, de "Maquinarias y Elementos de Transporte S.A."
A otros que sí alcanzaron una difusión más que digna, como el David
Pasando por otros que casi no parecían triciclos, como el más "elegante" Junior:
Aunque también los hubo con mayores pretensiones, y adaptaron una cuarta rueda para asimilarse a la idea tradicional de lo que debía ser un auténtico coche. Kapi fue uno de los fabricantes que mayor variedad ofreció por aquellos años, como puede verse en estos Chiqui, que pese a parecer un triciclo no lo es (tiene dos ruedas muy juntas en el eje trasero, como el Isetta), y Jip, inspirado clarísimamente en el Jeep, del que parece una copia a escala:
No sólo se diseñaron microcoches para cumplir una función lúdica o familiar, sino que también se proyectaron varios de ellos para cubrir un importante nicho de mercado, el de los pequeños comerciantes y transportistas. Así, e inspiradas directamente en los coetáneos motocarros, llegaron una serie de pequeñas furgonetas, de mecánica sencilla y fácil mantenimiento, y una superfície de carga más que destacable. Algunas tenían tres ruedas, como la Delfín:
o la Mymsa Rana:
Y otras ya eran auténticas furgonetas de cuatro ruedas, como la preciosa Furgoneta Hispano:
También encontramos representación de la marca que más lejos llegó en la producción de microcoches, Autonacional. Su producto estrella fue un icono de aquella época, el inolvidable Biscuter Zapatilla. Podemos ver un primigenio 100:
También un mejorado 200 A:
Una furgoneta 200 I, con su típica caja de madera:
O el delicioso coupé 200 F, popularmente conocido como "Pegasín", por su notable parecido con nuestros Pegaso Z-207:
Como sabéis, la llegada del Seat 600, con todo el apoyo del INI y unas técnicas de producción masivas, y que ya era un auténtico coche, supondría el final para estos simpáticos cacharros, auténticos ejemplos del valor y el entusiasmo de algunos emprendedores que supieron encarar las limitaciones de la autarquía imperante.
En resumen, una exposición deliciosa e imprescindible para todos los amantes de la historia automovilística de este país, con vehículos de la colección privada de Claudi Roca. A destacar el pequeño documental que se proyecta en la sala, con varios vídeos que permiten ver en funcionamiento a estos chiquitines en el tráfico de la época, y con numerosas fotos que provienen del inagotable fondo de nuestro querido Miguel Pascual.
Y en tiempos de crisis, una info muy importante: Esta exposición es gratuita los fines de semana. Yo os recomendaría que, ya que os ahorrais el precio de la entrada, compréis el pequeño librito sobre la expo, que contiene mucha de la información que se encuentra expuesta, así como numerosas fotos, carteles y publicidad de la época. Es sólo 1,5€.
Ay, lo que daría yo por tener estas preciosidades representadas al 1/43!!!!
Saludos!!