Mi mujer nunca ha sido especialmente gruñona con mi coleccionismo, si bien es algo que nunca a terminado; no se si decir de entender o encajar. Lo cierto es que una vez hace muuuuchos años, en una feria, mientras yo veía algunos modelos, el feriante entabló conversación con mi mujer y para mi sorpresa le dijo: " Vosotras las que tenéis un marido coleccionista no sabéis la suerte que tenéis, porque el marido coleccionista está con sus colecciones y eso lo quita del bar, de la calle con los amigos y de otras cosas, los tenéis siempre en casa". Lo cierto es que durante bastante tiempo aquello hizo efecto en mi mujer.
Por alguna razón que desconozco, ya que mi mujer y yo nos llevamos bien; cuando cambio una vez al año los modelos de la estantería, en lo cual tardo una hora, deja escapar algún comentario al respecto. Pero yo le hago ver que a mi me encanta tomarme un oloroso bien frío con una tapa de jamón ibérico en la terraza sentado al sol y es algo de lo que me privo por estar toda llena de macetas que no dejan espacio más que para el tendedero. Es una forma de decirle que de eso trata la convivencia, de sacrificarnos de manera razonable por el otro al que queremos; viendo que es feliz con nuestro pequeño esfuerzo. Por eso nunca he dejado ni dejaré de coleccionar coches ni camiones o de hacerlos y/o modificarlos yo.