Llega 1954, y Ford abandona la filial española (Ford Motor Ibérica). Se hace cargo de la misma, un grupo de empresarios españoles. Pasando, a partir de 1955, a denominarse Motor Ibérica S.A. Desde ese momento se comenzó a fabricar y comercializar los productos con la nueva marca “Ebro”. Se supone que fue la traslación del nombre del río más conocido de Inglaterra (Támesis) con el de su homólogo español (Ebro), la razón de la adopción de éste, como marca comercial. La recién creada Motor Ibérica, mantuvo los compromisos adquiridos con Ford. Por lo que continuó comercializando en España, los productos de la marca. Se trataba, fundamentalmente, de los tractores agrícolas Fordson y el camión Ford Thames. Posteriormente, y bajo la nueva marca, se fabricarían bajo las nuevas denominaciones: Ebro Super 55 y Ebro B-35, respectivamente.